
Primera visita de Medicina China
¿Cómo es la primera visita?
Aparentemente, muy similar a la de un médico convencional: una persona que no se encuentra bien consulta a un profesional para que le ayude a recuperarse de un trastorno. Es una entrevista en el curso de la cual el médico llega a un diagnóstico y propone un tratamiento. En medicina china hay muchos estilos, pero en la actualidad se tiende a un cierto mimetismo con la medicina oficial.
La visita de un médico chino tradicional se solía hacer sin mesa separadora, en el rincón de una herboristería o, las familias acomodadas, en una conversación formal, tomando té en un salón. No había batas blancas ni ningún aparato; el médico chino no requiere ninguna ayuda tecnológica ni para diagnosticar ni para tratar.
La iniciativa de la conversación la tiene el paciente; el médico tomará nota de lo que diga, pero también de cómo lo diga, y se interesará por los antecedentes, tanto las enfermedades que ha sufrido como los tratamientos a que se haya sometido. Algunas de las preguntas pueden resultar sorprendentes porque, aparentemente, no tienen nada que ver con lo que ha motivado la consulta. Hay que tener en cuenta que el médico no establece el diagnóstico sólo con los principales síntomas, sino que está sobre todo atento a las condiciones en que éstos se presentan. Es decir, que en este tipo de consulta, la conversación suele girar más entorno al estado de salud en general, que no sobre la enfermedad en particular.
De todas formas, el médico escucha más que pregunta y, sobre todo, observa el movimiento, la expresión del rostro, el estado de las uñas, la lengua, etcétera. Pero no son ni la vista ni el oído el sentido más imprescindible, sino el tacto, especialmente para leer las ondas de los pulsos, principal medio de diagnóstico.
Lo que no hay que esperar
No esperen los consejos de siempre: no fume, tenga cuidado con las calorías, haga más ejercicio… es decir, no esperen oír lo que ya saben. Puede ser que el médico chino pregunte por hábitos que predisponen a ciertas patologías, como un exceso de chocolate, de dulces, de sal, de lácticos, fármacos… pero pocas veces le prohibirá nada, pues la salud no se consigue a base de eliminar factores de riesgo, sino creando las condiciones para que el paciente adopte, por sí mismo, el estilo de vida que más le conviene.
Tampoco hay que esperar que el médico se sorprenda de las peculiares manifestaciones de la enfermedad, ya que desde su punto de vista todo lo que ocurre es normal; si no, no ocurriría. Esto es así porque el proceso es inverso, y el referente de la medicina no son los libros, sino el propio paciente.
Por eso, no hay que privarse de explicar lo que realmente se siente o piensa sobre la enfermedad, ya que el médico chino nunca dirá que un determinado síntoma no tiene nada que ver con otro; todo entra dentro de un mismo mundo de relaciones. La medicina china no separa lo que considera significativo de lo que no, o de lo que entra dentro de las clasificaciones de la ciencia, sino que hace el diagnóstico a partir de lo que realmente hay.
Y, por último, no hay que esperar grandes explicaciones. En China, la población no tenía ningún interés en oír especulaciones sobre sus males, sino que exigía al médico que demostrara su arte en la práctica. Para quien quiera explicaciones, la medicina china está en franca inferioridad frente a la medicina oficial, porque la confianza no se la gana con palabras, sino con la eficacia del tratamiento, que es la más tranquilizante de las explicaciones.
La gran diferencia
Pero es sobre todo al terminar la visita que aparece la gran diferencia entre ambas consultas: en la medicina oficial cada día es más frecuente salir inquieto de la visita, ya sea por los prospectos de los fármacos recetados, o por quedar pendiente de unas pruebas de laboratorio o de una consulta con el especialista.
Esto, siempre y cuando el diagnóstico al que se haya llegado no sea alarmante por sí mismo; por su gravedad o porque se ponen de relieve aspectos del mal que no tienen remedio. El caso es que personas que se consideraban sanas salen de la consulta como enfermos crónicos.
En cambio, tanto en la primera sesión de acupuntura como en las siguientes, lo más frecuente es que el paciente salga mejor de como ha entrado: que sienta un alivio de los síntomas y un estado de ánimo más propicio para recuperarse, sea cual sea la naturaleza de la enfermedad.
¿Cuándo se notará la mejora?
Varía en cada caso; lo más usual en los trastornos de larga duración es que, poco o mucho, se note una mejora desde la primera sesión, pero hay quien siente más el efecto al día siguiente. Muchas veces, los síntomas reaparecen al cabo de unos días con menor intensidad, y van desapareciendo gradualmente a cada sesión. Excepcionalmente, los síntomas se acentúan para mejorar poco después.
Por lo que se refiere a los trastornos agudos, la respuesta suele ser muy rápida, a veces inmediata, y en otros casos, como en las parálisis, la recuperación es lenta.
En cualquier caso, antes de cada sesión el médico preguntará qué ha mejorado, qué no ha cambiado o si hay algo que haya empeorado. Aquí no hay protocolos, sino que los tratamientos se adaptan a la evolución de cada caso.
No hay que crearse expectativas y limitarse a constatar los cambios.
¿Qué se puede esperar de un primer tratamiento?
Sólo cosas buenas: es decir, un aligeramiento parcial o total del dolor u otros síntomas.
A parte del efecto sobre lo que ha motivado la visita, el paciente suele salir de una sesión de acupuntura en un estado de calma y bienestar, como si andara sobra algodones, o como si hubiera recibido una inyección de vitalidad. Esto es especialmente notable después de la primera visita, en la que, de pronto, se puede tener la impresión de reencontrar una sensación casi olvidada. Otras personas salen con un cierto cansancio, del que se recuperan en seguida.
En la medida de lo posible, hay que mantenerse en este estado de relajación, ya contribuirá a la estabilización de los cambios. En caso de reintegrarse en la actividad diaria, se estará más relajado y mejorará el rendimiento. De todas formas, después de una sesión es recomendable evitar las situaciones estresantes, tanto físicas como mentales, las comilonas, las farras y las emociones fuertes.
Esta reacción del primer tratamiento depende del estado previo: las personas que ya se encuentran bien y las que están muy enfermas suelen notarlo menos que las que simplemente están desajustadas. Aquí también, como siempre, hay muchas variantes.
¿Es posible que me sienta mal después de la primera sesión?
Es poco frecuente. A no ser que se considere como tal esta sensación de cansancio, que puede durar unas horas, o a veces el resto del día.
No hay que preocuparse si se da una exacerbación de las molestias. No es usual, pero puede pasar después de la primera o la segunda sesión. No es mala señal; puede ser un despertar, una especie de activación necesaria para superar la enfermedad.
Cabe la posibilidad de sentir un leve mareo o desvanecimiento, similar al que se puede tener tras una extracción de sangre, que pasa al poco rato. De hecho, es tan raro que, en decenas de miles de tratamientos, sólo lo he visto en dos ocasiones, y en ambos casos las personas estaban en ayunas.
¿Tiene efectos secundarios?
Una de las grandes ventajas de la acupuntura es la ausencia de efectos secundarios. En EE.UU., la FDA (Food and Drug Administration) ha realizado un seguimiento de los millones de casos tratados todos los años en manos de profesionales cualificados que utilizan material esterilizado (que es el único autorizado), y casi no se han descrito complicaciones, todas ellas sin importancia. Puede ser que aparezca un pequeño morado en el punto donde ha estado clavada la aguja, consecuencia de la extravasación de sangre en partes del cuerpo con mala circulación, o también en personas mayores; no da ninguna molestia y se reabsorbe, como todos los morados, al cabo de unos días.
Los efectos secundarios son todos saludables. Muchas veces aparece una mejora en trastornos que aparentemente no estaban relacionados: una persona con jaquecas puede sorprenderse del alivio de un estreñimiento pertinaz que ni siquiera había comentado al médico, u otra con ansiedad puede ver como dejan de molestarse las menstruaciones, o viceversa. El efecto secundario más notable es una mejora de la calidad del sueño y la claridad mental.
¿Tengo que dejar los fármacos?
En principio, no. Al menos, sin consultar al médico. Dejar un tratamiento farmacológico uno mismo puede ser tan contraproducente como la automedicación.
Si el tratamiento es para el dolor, y se puede prescindir del analgésico, es mejor no tomarlo justo antes de la sesión.
Hay fármacos que no se pueden dejar de tomar, mientras que de otros, como los calmantes, puede reducirse la frecuencia de las tomas a medida que afloja el dolor. Hay algunos, como la cortisona, las hormonas, ciertos tranquilizantes, antidepresivos, etcétera, con los que hay que reducir la dosis con especial cuidado, para evitar el desagradable rebote.
Algunos son más fáciles de dejar que otros, pero es importante que este proceso se haga también por prescripción facultativa.
¿Cuántas sesiones necesitaré?
Se suele decir que se necesita un mes de tratamiento por cada año que se ha estado enfermo. No obstante, el número de sesiones no depende sólo del trastorno, y de si es agudo o crónico, sino que también varía según la persona, la edad y, sobre todo, la vitalidad de que uno disfruta. Unos necesitarán una sola visita, y otros, más. La mayor parte de las enfermedades crónicas suelen requerir de cinco a quince sesiones. El límite lo establece la curación o la estabilidad de la mejora.
Los efectos de la acupuntura son acumulativos; cada tratamiento se erige sobre el anterior. Es un proceso. La acupuntura no hace más que estimular las capacidades de recuperación del propio cuerpo y, por lo tanto, unas personas responden más rápido que otras.
Un patrón bastante frecuente en los casos de enfermedades crónicas que requieren varias sesiones es una mejora durante los primeros dos o tres días, después de los cuales vuelven a manifestarse los síntomas, aunque cada vez con más suavidad.
Sea como fuere, hay que tener muy claro que, excepto en casos como la recuperación de las parálisis, hemiplejías, paraplejías, enfermedades degenerativas y otros trastornos que evolucionan muy lentamente, si en cuatro o cinco sesiones no hubiera mejoría, hay que considerar otras formas de abordar el problema.
La duración del tratamiento no depende tanto de la viveza de los síntomas como de la forma en que éstos se presentan: el trastorno que viene de golpe, por intenso que sea, puede desaparecer de golpe; los de inicios graduales, en cambio, suelen tardar más en mejorar. En esto también, la naturaleza late en forma de ondas. Un dolor de espalda que a duras penas deja llegar a la consulta del médico puede desaparecer en el curso de una sesión, mientras que una pequeña molestia en el hombro, que sólo aparece con ciertos movimientos, puede ser más difícil de erradicar.
La lógica de que cuánto más tiempo hace que se sufre la enfermedad más tardará en curarse tiene también muchas excepciones; se ven trastornos que han resistido a mil terapias, responder a la primera sesión, y otros muy recientes y aparentemente sencillos, que son difíciles de curar.
Por lo tanto, no hay que pedirle al médico chino que aventure un pronóstico; ustedes mismos podrán entreverlo según su respuesta al tratamiento.
Estamos muy lejos de los protocolos a los que nos tiene acostumbrados la medicina oficial. Las características del tratamiento de medicina china se establecen sobre la marcha.
¿Cuánto duran las sesiones?
Normalmente, la sesión en sí dura de veinte minutos a tres cuartos de hora. Es recomendable ir sin prisas, ya que éstas interfieren en el tratamiento.
¿Con qué frecuencia?
En trastornos crónicos se suele requerir una visita por semana, mientras que en los agudos, especialmente si son muy dolorosos, más a menudo. El criterio es no permitir, en la medida de lo posible, que los síntomas vuelvan a aparecer con intensidad.
A medida que se va mejorando, las sesiones son menos necesarias, su frecuencia se va espaciando y, una vez restablecidas de la enfermedad, muchas personas aprecian una sesión mensual para mantener la salud.
¿Qué pasa si se interrumpe el tratamiento?
Puede ser que la mejora iniciada continúe a un ritmo más lento, que se estabilice, o bien que retroceda poco a poco. Por eso, mientras haya mejora, es aconsejable no dejarlo.
¿Será definitivo?
Hay que dejar claro que lo único que hace la acupuntura es facilitar el proceso de restauración interna, mediante la eliminación de los bloqueos y la tonificación del organismo.
El resultado a largo plazo depende, una vez más, del tipo de trastorno: las jaquecas, por ejemplo, se van espaciando y cada vez son menos intensas, hasta que llegan a desaparecer para siempre. En cambio, un dolor causado por una articulación deformada por la artrosis puede requerir un nuevo tratamiento al cabo de un par de años.
¿Crea dependencia?
Todas las buenas cosas de la vida dan ganas de repetir. El temor a las agujas se transforma fácilmente en placer, hasta el punto de que, después de recuperado del trastorno que motivó la consulta, a menudo se recurre a la acupuntura para relajarse y librarse de las tensiones de la vida cotidiana. Por eso, personas sometidas a estrés ambiental aprecian seguir con cierta periodicidad -normalmente una vez al mes-, un tratamiento que impide que el estrés afecte a su rendimiento, abortando así el círculo vicioso origen de gran parte de la patología de nuestro tiempo.
En definitiva, que no sólo no crea dependencia, sino que sanea los estados de ánimo que propician la aparición de las dependencias, y es además muy útil para tratar adicciones y síndromes de abstinencia. En Occidente, la acupuntura, precisamente, ha sido muy recurrida por quienes quieren dejar el hábito del tabaco, y para superar la ansiedad por la comida.
¿Cómo debo acudir?
Es preferible llevar ropa confortable, suelta, que facilite el acceso a los puntos de acupuntura seleccionados. Dado que en buena parte de los tratamientos las agujas se plantan por debajo de los codos y las rodillas, si las mangas y los pernales son anchos, es posible que no haga falta quitarse ninguna prenda. Será suficiente con descalzarse y desprenderse de relojes, pulseras y otros objetos metálicos que rodeen una parte del cuerpo. Por ello, es mejor llevar pocos accesorios: maquillaje, joyas, collares, etcétera.
Es mejor no acudir con el estómago vacío, ni tampoco demasiado lleno, y es recomendable evitar los estimulantes y los medicamentos analgésicos de los que se pueda prescindir.
¿Hay que llevar el historial médico?
Es aconsejable, aunque no siempre habrá que consultarlo.
En caso de dolor, las imágenes muestran lo que no se puede cambiar. Eso sólo tiene interés cuando se plantea la oportunidad de una solución quirúrgica, que no acostumbra a ser el caso, ya que precisamente lo que se pretende con la acupuntura es evitarla.
Las analíticas son un dato interesante en la medida en que permiten valorar el alcance de la afección y, aún más importante, seguir la evolución del problema. Hay que tener en cuenta que aunque los datos y las imágenes son las mismas, la visión del médico es distinta.
Hay que comunicarle todos los medicamentos que se estén tomando; mejor llevar los prospectos para que pueda adjuntarlos a la historia clínica y facilitar su consulta.
Fuente: Dr. Miquel Masgrau Bartis